Por: Sri T.M Janárdana
Esta cuestión está ahora de gran actualidad y son muchas las críticas violentas que se dirigen contra lo que se denomina "Religión Organizada".
Las personas que tal cosa hacen se pueden dividir para el caso, en dos clases: primero, aquellas que no solo reniegan del método de organización en la religión, sino también de la religión misma; segundo, aquellas que sólo van contra las formas de organización.
De estas dos clases de críticos, las cuestiones suscitadas por los primeros son fundamentales, pues ellos atacan hasta el propio concepto de que la vida humana y las demás formas de vida siguen una trayectoria de eterna evolución; en fin, atacan todas aquellas ideas que forman los códices de moral y ética sobre los cuales descansa la sociedad humana.
Estas cuestiones ya se han suscitado una y otra vez desde tiempos muy remotos, y mientras haya seres humanos y también un mundo en que ellos puedan existir, estas cuestiones habrán de obsesionar a cierta clase de individuos.
Con estas personas, no se trata ya propiamente de incapacidad para comprender las sencillas verdades que saltan a la vista de cualquiera, sino que ellos procuran rehuir el estorbo que a su egoísmo le significará tal comprensión y reconocimiento.
Y es claro, por cuanto esto les exigirá refrenar sus métodos libertinos de placeres físicos, sus engaños, hipocresías y todo lo demás que practican en nombre de la libertad, una libertad que es repulsiva para cualquier inteligencia decente, sin hablar de religión.
Se trata, en este caso, de seres"extrovertidos", según una expresión de la psicología. Es imposible hacerles entrar a un análisis razonado, pues esto les obligará a restringir lo que ellos entienden por "libertad".
A los seres de esta clase debemos de dejarlos severamente a un lado. Pero aunque así lo hagamos, ellos siempre serán una carga para nosotros, del mismo modo que el gusano vive en la inmundicia y se muere si de la inmundicia lo sacamos.
Desgraciadamente, sin embargo, se trata también de una situación necesaria ("Sarvam Avasyakam") para la evolución humana. Es este el precio que debemos pagar por haber nacido sujetos a las limitaciones.
Por lo que respecta a la otra clase de críticos, hay cierta honradez y sinceridad en ellos cuando dudan que sea necesario tener una organización pegada a la religión.
En estas personas, sólo hay una idea equivocada de lo que es religión, pues creen que esta palabra corresponde a un proceso individual que permite al individuo descubrir a Dios, y que, por lo tanto, no se justifica una organización ya que ésta, ostensiblemente, poco sirve para este objeto.
Es enteramente cierto que ninguna organización, sea cual fuere su denominación religiosa, puede ayudarnos a descubrir a Dios.
Este descubrimiento lo tiene que hacer el individuo por sí solo, para sí y dentro de su propio ser íntimo.
La investigación hecha en este sentido constituye una experimentación subjetiva, que uno efectúa dentro de sí mismo, a solas y lejos de todo contacto.
Esto se denomina la búsqueda espiritual, y su propósito es de llegar a encontrarse cara a cara con el Espíritu o Divinidad que cada uno lleva encerrado en el santuario de su propio corazón.
Esto evidentemente requiere de un sistema de vida que posee su característica definida; que persiga un propósito único y que se viva de acuerdo con él.
Justamente, generar esta idea, esta fe; hacer que el intelecto comprenda y que la razón pueda entender; recalcar las necesidades morales, sociales y éticas de la vida, y en fin, educar a los hombres en el sentido de que eviten los conflictos y que vivan una existencia armónica a fin de que puedan ascender mejor la escala de la evolución cuyas gradas todo ser debe forzosamente remontar, todo esto constituye la finalidad integral de las religiones.
Semejante finalidad evidentemente requiere de una organización encomendada a seres idóneos y que además esté dirigida por personas que hayan tenido siquiera alguna experiencia de lo invisible y no, como realmente ocurre, por quienes sólo han dominado intelectualmente esta idea.
Porque preciso es que estas personas puedan indicar verdadera y prácticamente el sendero, cosa que no les es posible a aquellos que únicamente han captado el asunto por el solo medio de su intelecto.
Por lo tanto, la Religión es un conjunto complejo de leyes y reglas que han sido establecidas para el bienestar de la sociedad en conjunto, y cada individuo que forma parte de ella debe cumplirlas en su vida diaria; al mismo tiempo la Religión es una manera de realizar ahora y aquí la Divinidad difundida por todas partes, aunque sólo ha sido captado hasta ahora por nuestra facultad intelectual.
En otros tiempos, el rey, por ser gobernante de su pueblo, era también su jefe religioso en el sentido de que él establecía las leyes para el bienestar de cada uno.
Pero lo único que el rey poseía para el desarrollo de su alto cargo era una comprensión intelectual de Dios.
Cuando quería conocer por si mismo que Dios realmente está en todas partes, su búsqueda se hacía espiritual y, por consiguiente, debía desligarse de las responsabilidades que como jefe religioso, la monarquía le imponía. La ley, entonces, debía aplicársela rigurosamente a sí mismo, y esto le exigía moralmente rechazar funciones que, propiamente, otro debería desempeñar.
Una ley, que de tal suerte la aplica el individuo para sí, por sí y dentro de sí mismo, pasa a ser lo que se denomina una investigación subjetiva, o búsqueda espiritual; y cuando ésta se aplica al conjunto social, pasa a ser entonces un asunto de importancia material capaz de moldear el crecimiento cortical de la sociedad humana.
Sin embargo, místicos reyes en la antiguedad y otros mencionados en el Gitá, han reinado desempeñando ambas funciones.
De todo lo anterior se desprende que la "religión" no es sólo una cuestión propia del individuo sino que lo es también de la sociedad, y ella se puede cumplir eficientemente sólo por medio de una Organización.
De manera pues, que la religión es espiritual y material a la vez, que son los dos aspectos obligados tan necesarios a la vida, porque la vida no solamente tiene un aspecto objetivo sino también subjetivo.
La vida sólo existe bajo organización; la espiritualidad la percibe subjetivamente, mientras que el materialismo tiende a moldearla en su aspecto objetivo para que así la veamos.
Pero la religión, que es ambas cosas, debe necesariamente funcionar de manera tal que haga desempeñarse integralmente toda la actividad de la vida, y esta es organizada.
La vida es a un mismo tiempo un proceso subjetivo y objetivo. La existencia caótica y compleja que crea los problemas es el monopolio exclusivo de los seres humanos.
Esto se debe a la falta de organización, pues tal caso no existe en la naturaleza, porque ella está perfectamente organizada y dirigida por una Inteligencia Suprema.
El propósito que persigue la religión es de hacer comprender a la mente humana la existencia de tal organización en la naturaleza, a fin de que la humanidad viva en consonancia con tal organización, en otras palabras, la religión tiende a crear una organización con sus leyes para que restrinjan el avance demasiado acelerado del hombre, haciéndolo marchar al unísono con el ritmo de la naturaleza, por cuanto el hombre no se da cuenta de que en lo íntimo de sí mismo él es un ser organizado, que requiere frecuentes revisiones y reajustes.
La falta de este conocimiento es lo que precipita la rapidez de movimientos que, a su vez, terminan en el caos.
Este caos sólo puede impedirse por medio de esfuerzos organizados, y esto únicamente la religión puede lograrlo de un modo completo, porque todas las cuestiones sociales o económicas, son simplemente religiosas en el sentido de que la religión propende al pleno bienestar material de toda la sociedad, basado este bienestar en la existencia de un poder inmanente y supremo que dirige a toda criatura individual.
Y para probar la verdad de este acerto el hombre debe hacer un acto de recogimiento dentro de sí mismo.
La religión no se limita a una simple enunciación de leyes sobre las relaciones humanas, y que dichas relaciones requieren una organización.
La religión nos enseña que semejante organización existe dentro del individuo constituyendo los distintos planos de conciencia.
Este hecho se prueba por la experimentación subjetiva.
La experimentación practicada por el individuo dentro de sí mismo no sólo le revela el sistema que funciona en el ser interior del hombre, sino también la Inteligencia que dirige todo el sistema externo.
la religión es a la vez subjetiva y objetiva, espiritual y material, y su misión consiste en organizar la sociedad humana y educar al individuo dentro de la sociedad, y esto lo hace enunciando determinados principios.
Vemos así que cualquiera que sea la religión, los principios son los mismos.
En algunas de ellas los principios se recalcan sólo con respecto a las relaciones objetivas de hombre a hombre, mientras que en otras religiones se recalcan también las relaciones del hombre con lo que se denomina Dios.
El concepto demasiado personal que esas religiones nos dan de Dios, sin que se tenga por medio la experimentación personal, un conocimiento exacto de lo que tal idea significa realmente, tiene por resultado el debilitamiento de la adhesión a los principios por considerarlos simple palabrería; además las religiones no dan una enseñanza adecuada acerca de la naturaleza interior del hombre.
Todo esto conduce a la falta de fe, y esto a su vez nos lleva a la hipocresía. La hipocresía se debe a la falta de verdadero conocimiento; viene así el fingimiento, la simulación, las tergiversaciones provocadas por la engañosa palabrería meramente intelectual que a nadie convence, ni al que la pronuncia ni al que la escucha. Un mero intelectualismo tal como también sus argumentos no conducen a nada real; sólo permiten explotar a aquellos que nada saben.
De modo pues, que cuando la religión se transformó en una organización meramente objetiva, carente de la necesaria introspección subjetiva, fue mereciendo cada vez menos respeto de parte de aquellas otras personas mas reflexivas por naturaleza.
En consecuencia, ha habido un sinnúmero de rebeldes y sediciosos que se han levantado contra la "Religión Organizada", debido a que el Dios que sus propagandistas predicaban no tenía ningún valor, y la organización que tales religiones sostenían parecía mas bien una carga para la sociedad, incapaz de orientar a nadie.
Como las preguntas inteligentes referentes a Dios no las ha podida contestar la religión, entonces, y aún cuando se profesara fe, se ha descartado a Dios como asunto indigno de búsqueda o investigación espiritual. Y por su parte, las personas más dadas a las cuestiones exteriores de las relaciones humanas se han hecho a un lado, especializándose en cuestiones no religiosas, como ser: política, economía, sociología, etc.
En consecuencia, de todo lo anteriormente explicado, la religión ha ido quedando arrinconada y dividida.
En este proceso de desintegración de valores, la palabra religión ha llegado naturalmente a ser mirada como un asunto puramente superficial, sin valor alguno.
Y esto ha podido ocurrir, porque las personas que defendían a la religión, hablaban de Dios sin saber en absoluto lo que esa expresión significa, ni siquiera desde un punto de vista intelectual, para que satisficiera por lo menos a la razón.
Y la religión se hizo detestable cuando amenazó al hombre con la condenación eterna, basándose para esto en aquellos conceptos del pecado y la virtud que carecen de todo valor.
Pero esto la gente aprendió a desafiarlo inteligentemente. Es una justa retribución.
Sin embargo, no quiere decir esto que uno debe desechar la religión en su forma organizada; sólo significa que la idea total acerca de la religión hay que modificarla y que a la sociedad hay que reorganizarla sobre la base de una correcta comprensión y conocimiento; porque como ya se ha señalado, la religión es espiritual y material a la vez, es subjetiva y a la vez objetiva, es a un mismo tiempo individual y colectiva, pues ella relaciona a lo visible con lo invisible.
Solamente cuando existe una comprensión integral semejante, podría establecerse una sociedad debidamente organizada y entonces la religión podrá funcionar en su verdadero aspecto. Mientras eso no venga, los individuos y la sociedad continuarán atacándose unos a otros; y dentro de cada sociedad se formarán grupos desafectos, unidos en pequeñas organizaciones dispuestas a destruirse mutuamente.
Los tiempos que vivimos están llenos de esta fuerzas desesperadas, y en esta situación, las enseñanzas de nada sirven. Tan sólo el polvo de las destrucciones ocasionadas por el hombre a causa del errado concepto que tiene de lo que es la verdadera religión, tan sólo de ese polvo de destrucción, decimos, podrá emerger una nueva era.
En esa nueva era se tendrá una comprensión correcta del valor de la religión en su verdadera acepción, y entonces serán establecidas sobre una base de equidad y justicia las relaciones de hombre a hombre, del hombre con la sociedad y del hombre con Dios.
Sólo entonces podrá haber un verdadero progreso y felicidad para todos.
El caos del mundo actual sólo podrá corregirlo un Ser Sobrehumano, porque ni el individuo ni la sociedad tiene tiempo para ninguna forma de análisis, ya que las fuerzas de destrucción ahora están lanzadas a una velocidad fantástica y demoledora.
El miedo tiene oscurecido por completo a la inteligencia del hombre, pero aún le queda a la humanidad una esperanza, y esta esperanza será cuando un Gran Avatara venga a actuar entre los hombres. Así lo han declarado los grandes conocedores del Suddha Dharma Mandalam. Tendremos que esperar para que se cumplan sus proféticas palabras.
OM TAT SAT