terça-feira, 6 de novembro de 2012

PRACTICA DE MEDITACION


Por Sri T. M. Yanárdana
Práctica y Desapasionamiento





Dijo el Señor:
"¡Oh Tú de justo poder!, la mente es inconstante y sin duda difícil de controlar; sin embargo se la domina por la práctica de la convergencia y además por el desapasionamiento en las relaciones sociales y personales, como en todas las acciones" . 

Así también, el Maharishi Patanyali dice: "Mediante la práctica y el desapasionamiento, la Mente en debida dirección, queda bajo control".


"Los placeres nacidos del contacto con los sentidos son, verdaderamente, fuentes de dolor, aun cuando les parezcan deleitables a las personas de ideas mundanas.
 Estos vienen y se van, Aryuna, y es por esta razón que un hombre sensato no disfruta de ellos".(B. Gitá)

Así mediante la práctica y la serenidad, habiendo purificado la mente, estando ya subordinada al ser, orientada tras un solo objetivo y plena de paz, uno debe entregarse a la meditación, con la idea de fijar la mente constante y firmemente en la Forma de Dios. 

Por ejemplo, el Señor dijo:
 "Abandonando por completo todos los deseos provenientes de los pensamientos sobre el mundo y constriñendo plenamente los sentidos desde todos los lados por la mente, el aspirante debe alcanzar, por la práctica gradual, la tranquilidad; y habiendo establecido la mente firmemente en Dios por medio de la razón, con constante firmeza, no debe pensar en nada más".

O sea, que la Práctica y el Desapasionamiento son los métodos innegables para subordinar y dirigir la mente.

 Mientras más los cultive el que practica, más pronto logrará la conquista sobre la mente. 
También mediante la meditación en Dios, se puede llevar muy rápidamente la mente al estado de Samadhi. La conclusión de todo esto es que las prácticas como el Yapa (repetición de mantas), austeridades, votos, caridades, servicio al mundo, el estudio de las escrituras, etc., se recomiendan y observan únicamente para la práctica de la meditación.

Por lo tanto, el medio mas directo, más simple y fácil de alcanzar la verdadera felicidad consiste en la práctica constante de la meditación en la Forma de Dios. 


Las autoridades exégetas lo han descrito con los nombres de Dhyana (meditación), Smarana (rememorar) y Nitydhyasana (estudio y contemplación).
 En el Karma-Yoga (Yoga de acción) y Sankhya-Yoga (análisis yogui), que conducen al Suddha Yoga mediante el conocimiento, la meditación en Dios ocupa el primer lugar.

Hay muchas diferentes formas de meditación que los aspirantes pueden adoptar durante sus prácticas, de acuerdo con su capacidad. 

Las preferencias de hombres y mujeres no coinciden en una misma forma de práctica para todos.
 Muchos son los senderos que conducen al objetivo; por lo mismo, y aunque es uno mismo el Objeto Supremo que se logra como fruto de la práctica, existen diferencias en el método de ejecutarla.

Estableciendo la identidad con Dios, que es la personificación de Existencia, Conocimiento y Dicha (Sat-Chit-Ananda), algunas personas meditan en su estado Manifestado (Vyakta), como de un Dios Omnipresente, en la actitud de un sirviente hacia su Señor; aún en este aspecto, algunos meditan en la Forma Universal del Señor, mientras que otros lo hacen en la Forma de Vishnú, el Protector, dotado de cuatro brazos (símbolos); algunos meditan en Sri Krishna, portador de la Flauta (aliento de vida) y encantador del corazón (Hridaya); otros meditan en la forma de Sri Rama, la mejor persona que estableció la forma de la corrección, y otros más meditan en la forma de Shiva, la personificación de la Bienaventuranza.

El Señor dice en el Gitá: 
"Otros (Gnana Yoguis), recurren a Mí con la ofrenda del Conocimiento, adorándome (en Mi aspecto Absoluto e Inmanifestado) como el propio Ser de ellos, en tanto que otros Me adoran en Mi forma universal, de maneras diferentes, considerándome con diversas formas celestiales divinas".

Por lo tanto, aquel que practica ha de meditar en una forma de Dios que sea mas grata a su corazón y en la cual tenga mayor fe.


 El objetivo final es el mismo para todos, y no cabe dudar acerca de este. 
Los que practican se dividen, generalmente, en dos clases:

1.- Aquellos que adoran a Dios de una manera entera, indivisa, o sea, estableciendo identidad con el único y Absoluto Supremo Brahma, personificación inmaculada de Existencia-Conocimiento-Dicha. Esta es la mejor forma de adoración y meditación para aquellos que optan por este Pleno Indivisible.

2.- Para la segunda clase, o sea, los devotos que adoran a Dios en el Espíritu del Señor o de Padre e Hijo (manera esta más fácil), las escrituras han establecido varias formas de meditación.


Cuando uno no tiene éxito en la meditación, ello es a causa de la ignorancia acerca del procedimiento para meditar.

El que practica desea efectivamente meditar en Dios; pero en el hecho medita sobre el mundo. Se observa y se oye muy comúnmente hablar sobre este defecto.
 Por lo tanto, es sumamente necesario conocer el procedimiento correcto para establecer la unión de la mente con Dios. 

Los exégetas de nuestras escrituras han procurado, por diversos medios, explicar estos procedimientos, algunos de los cuales describiremos brevemente en las líneas que siguen.

Sin duda que se debe mantener constantemente el pensamiento en Dios, durante el trabajo y el reposo, mientras se come y se bebe, en la conversación u otras formas de actividad. 

Pero cuando el ejecutante se sienta especialmente a meditar, debe cuidarse de que ningún otro pensamiento mundano surja en su mente, ni siquiera en un sentido secundario o subordinado, y ha de iniciar la práctica de la meditación sentado solitario en un sitio puro.

 En el Gitá se ha establecido la norma:
 "En un lugar limpio, habiendo cubierto firmemente su asiento con hierba kusha, con una piel de venado y sobre esta una tela, uno debajo de otro (abajo la hierba kusha u otra yerba sagrada, en el medio la piel de venado y sobre esta la tela), ni demasiado bajo, ni demasiado alto, ocupará su asiento, fijará la mente y, controlando las funciones de la mente y de los sentidos, deberá practicar el Yoga para su purificación propia".

 Más adelante nos dice:
 "Manteniendo el tronco, cabeza y cuello rectos e inmóviles, permanecerá firme contemplando (mentalmente) la base o raíz de la nariz, a fin de impedir que la mente vaya a otras direcciones".

El ejecutante que se propone entregarse a la meditación ha de saber, especialmente, el hecho de que siempre que persista la conciencia del cuerpo y del mundo, él debe, ineludiblemente, ejecutar el yapa (o repetición) del Nombre Divino, junto con la práctica de la meditación (o Dhyana).

 Sin el auxilio del yapa, la mente no puede permanecer fija sobre la forma del objeto ni del nombre por cierto tiempo.

Sueño, indolencia y varias tendencias mundanas latentes en la mente, se presentan como estorbos y se le imponen.

 El Nombre de Dios es el mejor medio de retener el objeto (Dios) del Nombre en la mente. 

Este nombre jamás le permite a la mente olvidar la forma de su objeto, y de este modo ayuda poderosamente a la práctica de la meditación.

 Por lo tanto, en el curso de la meditación no se debe suspender jamás el yapa del nombre hasta que la mente consiga identificarse enteramente con el objeto de la meditación. 

Estos solo son algunos detalles generales. Pasaremos enseguida a presentar a los ejecutantes algunos procedimientos definidos de meditación.