quarta-feira, 6 de maio de 2020





EL ORGULLO

Por: Sri Vájera Yogui Dasa (Don Benjamín Guzmán Valenzuela)
         Jnana Dhata Suddhacharya do Suddha Dharma Mandalam

El Sendero del Suddha Dharma Mandalam o Circulo de los Seguidores de las Leyes Puras y Eternas es llamado también el Camino o el Método del Suddha Yoga.

Suddha significa aquello que es puro, Dharma es el conjunto de Leyes que nos conducen a aquello que es Puro. Yoga es la unión sustancial con Aquello Puro, es decir, con la divinidad. Los que adoptan el sistema del Suddha Yoga, son contrarios a los sentimientos de separatividad, de egoísmo, de orgullo y otros sentimientos que impidan alcanzar la Unidad. Esto no quiere decir que un miembro de nuestra hermandad sea completamente ajeno a toda clase de emociones; solo queremos decir que quien quiera tener éxito espiritual, debe tratar de dejarlas de lado adoptando permanentemente el más puro amor hacia la divinidad, la cual une a todos los seres y cosas como nacidas dentro del Cuerpo Cósmico del Absoluto.

Entre los sentimientos que obstaculizan mayormente el desarrollo del Amor Trascendente, que no tiene limitaciones, escogeremos ahora el egoísmo y el orgullo. Sin Amor no existe Suddha Yoga, ni menos se podrá llegar a los estados superiores de conciencia.

Nuestras prácticas están destinadas a fortalecer nuestras virtudes tales como: la voluntad, la inteligencia, la actividad y otras; tratando constantemente de evitar que el egoísmo brote en nosotros.

Es muy difícil encontrar en este mundo personas liberadas del orgullo.
 Esta cualidad negativa se manifiesta en infinitos grados y por incontables causas.

Hay personas que tienen orgullo de raza, como si el pertenecer a un determinado grupo racial constituyera un galardón especial otorgado por un gran mérito personal.
Hay orgullos más reducidos como el de nacionalidad; generalmente los habitantes de una nación, que no poseen muchos conocimientos sobre los demás países del globo terráqueo, piensan que los habitantes de otros territorios pueden ser inferiores en muchos aspectos a sus coterráneos.
 Se imaginan ser más valientes, inteligentes y astutos para ganar batallas y destruir a algún país vecino, conquistándole sus tierras y apoderándose de sus riquezas.
Casi toda la historia de un país está fundada en el orgullo de las guerras ganadas y beneficios territoriales obtenidos a través de ellas.
Se memoriza cuidadosamente el año en el que se dio tal o cual batalla, quien llevó al ejercito a la victoria y que fue lo que se arrebató al enemigo.
Ese enemigo a quien consideramos en todo sentido inferior a nosotros que contamos solamente nuestros triunfos olvidando las propias derrotas.
 El orgullo también desciende a la familia; se tiene orgullo de los antepasados, de aquellos que hace ya siglos que murieron.
Se confeccionan árboles genealógicos en los cuales aparecen príncipes, sabios ilustres, filósofos, escritores, médicos y otros personajes notables de la familia.
 Es una espesa arboleda de ramas secas que ya pasaron; están hechas cenizas.
Debido a la evolución de los seres hoy ya no pasan nada con esos recuerdos que van olvidándose en el devenir del tiempo.

Se puede observar en ciertos individuos de mentalidad estrecha orgullo hasta por prendas físicas, ya sea, porque se tiene lindo pelo, hermosa cara, cuerpo bien formado y si únicamente tiene en la cara un solo rasgo mejor, se le cuida y se le realza con esmerado orgullo.
 Hay los que, para llamar la atención sobre sus ojos y pestañas, parpadean más de lo necesario causando con ello inquietud y molestia en las personas que los observan.
También hay personas que fruncen los labios porque creen tener una hermosa boquita, chiquitita y rosada.
Otras agrandan la boca para que admiren lo graciosa que es y ríen estrepitosamente mientras muestran una tupida cantidad de dientes, siendo ello a veces tan exagerado que muestran una gran porción de encía.

Así según creemos poseer alguna prenda física de nuestro cuerpo mejor que otras, las lucimos y destacamos orgullosamente ya se trate de los pies, las manos o las uñas.

Llegamos a sentirnos orgullosos hasta por el traje o el vestido que confecciono el modisto, luciéndolo delante de nuestras relaciones sociales.

 He visto mostrar con orgullo la etiqueta del país, de la casa comercial o del afamado modisto que lo diseñó.

Todo esto con respecto a la parte física externa, sobre la cual podemos analizar miles y miles de casos increíbles y estúpidos orgullos.
 Pero los orgullos internos son peores pues, en muchas ocasiones llegan a ser sumamente perjudiciales.
Los tenemos por la fuerza física, por aquella fuerza bruta que nos permite andar, saltar, dar o impedir una bofetada.

Hay hombre que para demostrar su capacidad física ingresan a clubes de deportes, en donde no se concurre por motivos de salud, sino que para competir y demostrar su superioridad física.
 Así podemos ver “andarines”, alpinistas, boxeadores y otros que terminan a causa del descontrol de sus energías, desfigurados y con sus cuerpos enfermos.
Son muy pocos los que guardan sus fuerzas físicas para emplearlas únicamente en circunstancias determinadas en las cuales se precisa de ellas para ayudar, defender o imponer la justicia con valentía.

Ahora quiero recordar otros orgullosos más íntimos, más ocultos y dañinos, sobretodo en personas que pertenecen a colectividades o sociedades compuestas por individuos de distinta educación, evolución y sentimientos.

Que terrible son esas personas, que continuamente quieren demostrar que nadie los domina, porque creen tener una poderosa voluntad.

 Entonces consciente o inconscientemente hacen demostraciones para que se las reconozca, dando ordenes imperativas de hacer esto o aquello.
Si no se les obedece, descargan su incontenible ira, insultando u ofendiendo al que no cumplió con sus “sabios mandatos”.
Jamás toman el parece de los demás; siempre se presentan como generales y jueces al mismo tiempo, sin que haya posibilidad de expresarles nuestro parecer.
Con esta actitud demuestran no poseer la férrea voluntad que pretenden tener, sino una total carencia de dominio propio y un acentuado complejo de inferioridad.

 Tiene verdadera fuerza de voluntad aquel que en todo momento sabe dominar sus propios pensamientos, emociones, palabras y actos para no ofender ni perjudicar a sus semejantes.
Es poseedor de una voluntad firme, todo aquel que sabe, principalmente dominar sus pasionales deseos y ser activo en el servicio propio y de los demás.
Esta esencial cualidad se encuentra en las personas que, siendo dirigentes de un grupo, como ser presidentes de naciones, ministros o jefes de movimientos sociales o políticos, saben permanecer inmutables, ante las críticas y ataques, acrecentando su vigor cuando son entorpecidos en sus labores por medio de la calumnia y la difamación o son heridos por la ingratitud de aquellos por los cuales se han sacrificado, con todo el puro amor de sus corazones.

Debemos ser como Aryuna, firme y constante sin que ninguna contingencia mundana doblegue nuestra voluntad para hacer triunfar las causas justas, mediante una firmeza “Sátwica” plena de Amor divino.
Cuando se abraza un ideal que se sabe magnifico debe continuarse con una indestructible “Buena voluntad” hasta la muerte.
Pero donde mejor debe emplearse nuestro pequeño y evolucionante libre albedrío es en el dominio de nuestra mente durante el tiempo que se ha fijado para nuestras prácticas diarias. Esta constancia por medio de la voluntad es silenciosa, oculta y difícil, pero es ahí donde principalmente debemos usar nuestras elevadas facultades.

La firmeza de nuestra voluntad se demuestra con la palabra serena, amable y comprensiva hasta en aquellos casos que tenemos que tratar con un enemigo, empleando la enaltecida autoridad que se requiere en determinados momentos.

Orgullo de sabiduría.

Continuamente encontramos hombres y mujeres de todas las edades, desde niños hasta ancianos que hacen alarde de sus conocimientos.]

El científico petulante nos habla durante horas de ciencias que no nos importan y sobre las cuales nada podemos agregar ni discutir porque ignoramos tales materias; y en ello estriba el placer del molesto parlanchín que se esfuerza por aparecer como un sabio y dejar a su auditorio como unos necios ignorantes.

Nuestros conocimientos deben ser expresados entre aquellos que se interesan por conocerlos, pero no hay que derramarlos para gozar en ahogar con el torrente de sabiduría que creemos tener al que hemos logrado que nos escuche con resignación y seguramente con un tremendo cansancio.

Hay quienes hablan de historia, de geografía, álgebra u otras ciencias sin fijarse que tales temas no nos importan en esos momentos.

Otros que nada hacen en la actualidad, runrunean sin descanso lo que hicieron en el pasado. Cuentan actos de fuerza y destreza física, carreras de a caballo en donde siempre ganaban, bofetadas con las cuales vencieron a sus enemigos, artículos, libros y folletos que escribieron según ellos de gran valor científico, religioso o literario, pero que muy pronto quedaron sumidos en el olvido; menos en la mente de su autor que se siente desgraciado por la incomprensión que han tenido al no valorizar sus obras maestras.

La estúpida vanidad llega a enorgullecer a algunos por la marca del auto que tienen o las carreras que pueden ganar con la firmeza de las ruedas o el freno de sus coches.

Hay también los que siempre están criticando todo lo que han hecho otros.
 No hay nada que no haya sido mal efectuado según el criterio de ellos, pero creen y lo proclaman que todo habría estado perfecto si se hubieran seguido sus inteligentes consejos. Estas personas, antes como ahora, nada hacen constructivo ni duradero, ellos sólo saben hallar todo malo y criticar malévolamente la obra ajena, queriendo hacerse ver como poseedores de gran inteligencia y tratando hipócritamente de hacer aparecer a otros como ineptos.

Orgullo de Pureza

Nada puede ser mas antipático, maligno y perturbador que el orgullo de “pureza sexual”.
Los que se creen puros de cuerpo y de alma pregonan su pureza, criticando y hablando de lo que hacen y lo que no hacen con el sexo los demás, son personas realmente impuras las cuales pretenden de esa manera mostrase como inmaculadas, castas y puras.
 Quieren poco menos que las veneremos en su virginidad sin darse cuenta de que al hablar calumniando o difamando al prójimo están demostrando lo corrompido que son sus corazones.

Los que acusaban a la mujer adúltera dicen los evangelios, eran peores que ella.
Ante la mirada del Maestro Jesús, penetrante hasta lo más íntimo de sus conciencias, ninguno de sus acusadores se atrevió a tirar la primera piedra como se lo ordenara el Maestro. Innumerables veces nuestra intuición nos indica que la persona establecida en Juez de sexos ajenos es una desgraciada, loca por el placer que no pudo o no puede conseguir por ser vieja, fea, antipática o tonta.

El deseo sexual esta en su corazón, por eso su pensamiento va hacia allá y al no ser satisfechas sus ansias vierte envidiosamente abominaciones contra los que ella cree satisfechos.

Los que hablan de las faltas ajenas, reales o imaginarias, como diciendo que ellos no son así, podemos aplicarles siempre el adagio que dice: “Por tu boca salen los sentimientos de tu corazón. Eso que piensas y hablas, eso eres tú”.

Estos falsos religiosos que predican su pureza emporcando a otros, deben ser eliminados de los centros sociales o religiosos.
 No hay nada que sea más dañino que hablar de sí mismo para que se reconozca su santidad y al mismo tiempo hunden al prójimo en el nauseabundo cieno que vomita su boca.

Recordaré aquí las orgullosas palabras de Pedro el Apóstol, cuando dijo a Jesús “Señor, yo no te negaré” dando a entender que él poseedor de una gran voluntad y firme amor por el Maestro, era el más fiel de sus discípulos, todos podían negar al Maestro menos él.
 Tal vez estas palabras fueron dichas sinceramente, con toda la verdad que en esos momentos sentía en el corazón, sin embargo, no hay duda de que eran la expresión del orgullo.
Entonces el Maestro para rebajar tan imperioso orgullo, le dijo: “Antes de que cante el gallo no me negaras una vez; me negaras tres veces” y así sucedió para aleccionar al discípulo y a todos los que vendrían en el andar de los siglos recorriendo el Sendero de Perfección.

A un Centro o Escuela Iniciática, puede ingresar toda persona que desee progresar física, moral y espiritualmente.
A los verdaderos Maestros de la virtud y santidad, no les importa si el postulante es o no puro o casto ni que vida sexual lleva.
 La importancia esta en que la persona quiera alcanzar la paz verdadera y los gloriosos estados de la pureza del cuerpo y del alma.

Los hospitales son para curar enfermos, proporcionarles medicinas adecuadas para curar sus males físicos y hacerlos sanos.
 Los Centros Iniciáticos, son para guiar a los “perdidos” hacia las alturas de la santidad.

Los que han tenido la dicha de llegar hasta un Centro de curaciones espirituales no deben tampoco imaginarse que sus directores externos son perfectos. Sólo los Mahatmas han alcanzado un grado de perfección y pueden comunicarnos la Divina Ciencia que los ayudó a obtener el estado feliz en que se encuentran, estirando sus brazos y tomando nuestras manos para conducirnos sin egoísmos, ni orgullo hacia los estados sublimes que ya Ellos alcanzaron, sin demostrar ser superiores por su santidad ni mucho menos vituperarnos, despreciarnos o maldecirnos por nuestras enfermedades morales.
 Si nos rendimos a sus divinos pies solo tendremos siempre bendiciones de sabiduría y amor. La entrega o rendición a la sabiduría del Maestro espiritual, es el primer y principal paso que debe sinceramente dar el discípulo.

También tenemos que considerar que la tolerancia de los defectos ajenos no debe llegar hasta permitir las habladurías, difamaciones, calumnias o actos reñidos con la moral dentro de la Institución.
Ninguna actuación de palabra u obra que perjudique el orden o fraternidad de los miembros debe ser aceptada.
 Nuestra Corporación es de fraternidad y no de perjudiciales críticas de guerrillas ambiciosas o de venganzas. Nosotros no estamos dentro de la Organización del Suddha Dharma para hundir al prójimo, sino para levantarlo y también para que los verdaderos Maestros nos levanten a nosotros individual y colectivamente.

Es solamente el Instructor espiritual el único que tiene derecho a señalar “privadamente” nuestros defectos cuando es necesario destruirlos para nuestro avance hacia la Brahma Samipya.

Nadie en un Centro de Yoga tiene el derecho de publicar los defectos de otros miembros; ni tampoco divulgarlos secretamente al oído de otro, si esto hiciera tal persona estaría demostrando su hipócrita y falso orgullo, con una inmensa dosis de cobardía.

Los Maestros del Suddha Dharma Mandalam muy poco han hablado sobre este tema, pues Ellos dan por hecho que toda persona que ingresa al Mandalam, es ya una señora o un caballero de elevados sentimientos y esclarecida conciencia que se da perfecta cuenta que este Mandalam es de fraternidad, ayuda mutua, con sincero y puro amor, esto se da por sabido y como un hecho inviolable.

Nuestro Mandalam es para trabajar por la paz, la felicidad y el amor fraternal en este mundo terrestre y para estudiar y practicar en conjunto e individualmente los ejercicios espirituales que nos conducen a los gloriosos estados de Samadhi.

Cómo entonces personas revoltosas, intrigantes, calumniadoras, que portan intranquilidad, sufrimientos y odios; en una palabra, ellas son malévolas. ¿Pueden pretender permanecer entre nosotros?

Lo correcto es que, si no le agrada a un miembro una Institución, sus principios, sus prácticas, los directores o una persona de entre los socios, debe retirarse y buscar a los de su clase o temperamento en otra parte y olvidarse de las personas que componen el grupo que dejó y no seguir aún desde afuera, molestando con sus críticas. Estas personas no deben ser mantenidas en nuestra Organización.

La Maestra H. P. Blavasky escribió un admirable librito que bien harían todas las Ashramas del Mandalam estudiar y poner sus consejos en práctica. Dicho librito se intitula “Ocultismo Práctico” Extractaré algunos párrafos de este libro que son leyes que deben seguir las reuniones en las Ashramas del Suddha Dharma Mandalam.

“El lugar ha de servir exclusivamente para la instrucción y apartado de propósito. Los colores sagrados son los matices del espectro, dispuestos en determinado orden, pues son muy magnéticos por “influencias malignas”, se entiende toda perturbación, disputa, altercados, malos sentimientos, etc.
 Que se imprimen inmediatamente, es la luz astral, esto es, en la atmósfera del lugar y planean “por el aire”. Esta primera condición, parece a primera vista muy fácil de cumplir, pero bien considerada, resulta una de las más difíciles de obtener”.

“Antes de que tú (el instructor) comuniques a tu lanú (discípulo) las buenas (santas) palabras de Lamrin, o lo permitas “disponerse” para Dubjed, debes tener cuidado de que su mente este por completo purificad y en paz con todos, en especial con sus otros Yos.
 De lo contrario las palabras de sabiduría y de la buena Ley se dispersarán arrastradas por los “vientos” (Los otros Yos se refiere a los condiscípulos) a menos de que entre los estudiantes reine la mayor armonía”.

“Durante el estudio deben los Upasakas mantenerse unidos como los dedos de la mano”.

“De otro modo, los discípulos, aunque parezcan aptos para recibir la verdad, habrán de esperar muchos años a causa de su temperamento y de la imposibilidad que experimentan de ponerse en armonía con sus compañeros”.

“El Gurú debe armonizar a los condiscípulos como si fueran cuerdas de un Laúd (vina) que, aunque cada una es distinta de las demás, emiten concertados sonidos. Colectivamente constituyen un teclado que corresponde en todas sus partes al más ligero toque (el toque del Maestro) Así sus mentes se abrirán a las armonías de la sabiduría, vibrando en modulaciones de conocimiento en todas y en cada una de ellas, con efectos placenteros para los Dioses Presidentes (Ángeles Tutelares o Custodios) y provechosos para el discípulo.
También así quedará la sabiduría por siempre impresa en sus corazones, sin que jamás se quebrante la armonía de la Ley”.

“Nadie puede continuar siendo Upasaka si se cree diferente de sus condiscípulos y superiores a ellos diciendo “Soy el más sabio” “Soy el más santo y mas grato al Maestro o a mi comunidad que mi hermano” etc.
 Los pensamientos del Upasaka han de estar predominantemente fijos sobre su corazón, eliminando de él todo pensamiento hostil a cualquier ser viviente y llenándolo del sentimiento de la unidad con los demás seres y con todo cuanto en la naturaleza existe. De lo contrario no es posible el éxito”.

“Los medios más eficaces de adquirir conocimiento y disponerse a recibir la sabiduría superior, son la meditación, la abstinencia, el cumplimiento de los deberes morales, los pensamientos apacibles, las palabras amables, las buenas acciones y la benevolencia hacia todos, con entero olvido de sí mismo”.

Además de este notable libro hay otro escrito por Mabel Collins que también contiene enseñanzas dadas por un alto Maestro. El título de él es: “Luz en el Sendero”. Sobre esta obra Sri Subramanya Iyer hace encomiásticas referencias. Su estudio es igualmente muy útil para todo miembro del Suddha Dharma Mandalam.

Así como copie algunos párrafos del importante librito de H. P. Blavasky, ahora transcribiré algunas sentencias de “Luz en el Sendero” tratando de comentarlas en aquellos puntos en que deseo llamar la atención.
Estas sentencias no son para ser leídas a la ligera sino para que sean una guía o ley que nos haga dignos o merecedores de que los Jerarcas Iniciadores nos entreguen verdaderas y altas Dikshas capaces de actualizar en nosotros los sentidos del alma y los poderes del Atma, con lo cual podemos ver y sentir, recordando claramente nuestras vidas anteriores, como también podremos actuar conscientemente en los diferentes planos sutiles comprendiendo sus leyes como también la permanente, eterna y universal dirección divina que brota del Parabrahman o divinidad subyacente en todas las cosas y seres, ya sean manifestadas o inmanifestadas.
Pero antes de hablar de las sentencias que se establecen en el libro Luz en el Sendero, expondré las cualidades que debemos esforzarnos por adquirir nosotros como seguidores del Sendero de Perfección, o sea las ocho cualidades Atmicas indicadas en las slokas 9 – 13 del capítulo V, titulado “Siksha Dharma Gita” en el texto del Bhagavad Gita del Suddha Dharma Mandalam.

Estas cualidades Atmicas o del alma son las siguientes:

1.            Tolerancia
2.            Compasión
3.            Tranquilidad o Paz
4.            Ausencia de codicia
5.            Pureza integral
6.            Mentalidad inegoísta
7.            Incansable perseverancia en el esfuerzo de la ascensión hacia la divinidad
8.            Ininterrumpida radiancia de felicidad para todas las cosas y seres.

Nuestro Gita igualmente expone en su capítulo VII, slokas 2 al 4, estas mismas cualidades y las complementa para hacer notar a los discípulos su primordial importancia, y además agrega 18 cualidades más que se deben adquirir para lograr la más elevada naturaleza que conduce desde la esclavitud de la vida material, a la liberación espiritual.

Estas 26 cualidades son:

1.            Ausencia de miedo
2.            Pureza integral
3.            Firme convicción en el Yoga, que nos conduce hacia la trascendencia Bráhmica
4.            Magnanimidad o ayuda desinteresada a todos los seres
5.            Dominio de los sentidos
6.            Renunciación a los frutos de las acciones
7.            Conocimiento de la ciencia espiritual
8.            Austeridad
9.            Ser justos y rectos en todos los actos
10.          Imposibilidad de herir
11.          Ser verídico y útil siempre
12.          No tener jamás deseos de venganza
13.          Entrega total a la voluntad divina
14.          Ser inmutable de manera que nada ni nadie pueda perturbarlo, permaneciendo constantemente calmado
15.          Ausencia de bajezas
16.          Compasión por todos los seres
17.          Libre de codicia
18.          Constante afabilidad con todos los seres, sin hacer diferenciaciones de razas, credos, nacionalidad, sexo, simpatía o antipatía, etc.
19.          Humildad, completamente libre de todo orgullo
20.          Constancia en las practicas de Yoga, sin desviarse nunca de la rectitud
21.          Magnificencia, compartiendo los bienes físicos o intelectuales con el prójimo
22.          Perdón, superando todo odio
23.          Actividad, siendo útil siempre
24.          Pureza en los alimentos y limpieza en todo lo que se use
25.          Ausencia de engaño, es decir no actuar de modo que otros caigan en errores debido a nuestra indefinida presentación de un hecho
26.          Trascendencia del egoísmo, alcanzando un verdadero y profundo Bhávana o unidad.

El cumplimiento de estas cualidades nos hace meritorios para adquirir distintos grados iniciáticos, por ejemplo: Se concede la iniciación Vamadeva bajo la autorización directa del Ishvara o Jerarca Supremo de la Gran Jerarquía Blanca al discípulo que ha alcanzado un gran conocimiento y experiencia espiritual que lo mantiene siempre inmutable, es decir con perfecto control de toda emoción que pueda provocarle cualquier cosa que vea, ya sea de placer, de dolor, de escenas de corrupción, criminales, de engaños o de catástrofes.

Explicaré primero en que consiste cierta parte de la Vamadeva Diksha.

Por la gracia de esta iniciación, el discípulo desarrolla grandes poderes físicos y espirituales, mediante la actualización de los Chakras o sentidos del alma por un constante control de sus vehículos sutiles, como son el astral, mental y otros.

Con los sentidos del alma se logra ver a distancia. Se dice que el Pandit K. T. Srinivasachariar, iniciador del Suddha Dharma Mandalam, dio en muchas ocasiones a sus discípulos demostraciones de esta facultad espiritual relatándoles hechos que estaban sucediendo a varios kilómetros de distancia.
 El podía ver el estado emocional de cualquier persona en el aura de sus cuerpos sutiles, lo cual le permitía seleccionar con seguridad a sus discípulos.

Mediante el dominio de los Koshas o cuerpos sutiles se puede desprender el alma del cuerpo físico y viajar por los planos sutiles observando lo que acontece en ellos, como también los hechos que están sucediendo en el plano físico donde dejó momentáneamente el cuerpo material denso.

De esta manera el iniciado con la Vamadeva Diksha observa acontecimientos privados y ocultos como ser: puede ver a su madre entregada a un hombre que no es su esposo, a su esposa, hermanas, amigos y conocidos en las más inverosímiles circunstancias del plano sexual. También puede ver a los asesinos que han logrado burlar a la justicia y permanecen aparentemente libres y felices.
Puede ver y reconocer al Gurú, o sea, a su individual director oculto, ubicación de su residencia física.

En fin puede ver infinidad de cosas y hechos ocultos, pero si llegara a emocionarse, es decir “llorar”, inmediatamente el Gurú le quita el poder de la visión espiritual, la cual no es recuperada hasta que no haya aumentado su dominio pasando nuevamente una serie de experiencias personales provocadas por la directiva oculta, a veces enormemente dolorosas, que si son pasadas con valor, inteligencia, justicia, conmiseración y amor, vuelve a recobrar el mérito para ser atendido por el Maestro en los altos grados del desarrollo espiritual.

Pero aquí viene lo más grave y tremendamente triste que le sucede al discípulo que revela lo que ha visto a través del Espíritu Santo, o que, en alguna forma, aun cuando sea indirectamente, de a entender que sabe algo de lo que esta oculto en los discípulos o en cualquier persona.

Este es el pecado contra el Espíritu Santo tan sancionado en los evangelios cristianos y del cual se habla en “las promesas” como los misterios de Vamadeva y quienes quebrantaren tales secretos se hace acreedor a la pérdida de toda Brahma Vidya y de toda prosperidad.
Las leyes que rigen los secretos de las visiones sutiles que dicen relación a hechos o personas a las cuales la revelación puede cambiarles el Karma o el destino, son leyes incambiables, es decir son para una eternidad.
Solamente el Gurú puede revelarle al discípulo una circunstancia o hecho para librarlo de la muerte, de la enfermedad, de la miseria o de otras catástrofes en vista del Brahma Karma acumulado en las actuaciones de su vida o por el esfuerzo hecho en el cumplimiento de la disciplina del Yoga, cosa que es solamente conocida por el Gurú Divino bajo la autorización del Señor del Mundo
.
También debemos en este plano físico mantener los secretos que pueden perjudicar a nuestros hermanos. Un verdadero “Chela” o discípulo no debe jamás contar lo que ha visto, leído o sabido porque se lo han contado que pueda perjudicar moral, espiritual o materialmente a otra persona. Es por eso por lo que en “las promesas iniciáticas” se indica ser “verídico y útil siempre” si una verdad hiere o perjudica, jamás debe ser dicha por uno que pretende ser miembro de la Hermandad Blanca.

Una falsedad o una calumnia puede producir irreparable daño, pero la revelación de hechos verdaderos y ocultos o de pasajes inmorales, son aun más perjudiciales en muchos casos por cuanto el difamado no puede defenderse como lo haría si ello fuera falso.
 Generalmente la difamación no trae beneficio a nadie, solamente trae la ruina y el odio. Son muchos los que de esta manera son llevados a la desesperación.

Incontables veces nosotros sin malas intenciones hablamos inconveniencias, sin medir las perjudiciales consecuencias, aún cuando nuestras intenciones no tengan el propósito de ofender, si ellas hieren de todas maneras seremos castigados por la ley del Karma para que nuestro “Budhi” se despierte con mayor claridad.

Todo esto esta resumido en la primera regla dada a los discípulos por el Maestro en “Luz en el Sendero” la cual dice así:

“Antes de que los ojos puedan ver, deben ser incapaces de llorar”.

La segunda regla dice relación con el oído y lo dicho para la anterior ley, igualmente puede aplicarse a la ley del oído la cual dice así:

“Antes que el oído pueda oír, tiene que haber perdido la sensibilidad”.

Esto indica que el discípulo, digan lo que quieran de él, sea verdad o falso, debe haber trascendido el efecto de toda sensación. Así mediante la iniciación de la vista, podemos ver a distancia los sucesos ocultos, como expuse en las Dikshas de la facultad visual, las relacionadas con el oído, son para aquellos que han perdido la sensibilidad de todo halago, crítica o insulto. Nada de lo que se oiga en este mundo físico o en los mundos sutiles que pudiera perjudicar a otros, puede repetir el que lleva el Sendero de la Santidad.
 El que habla o de alguna manera da a conocer lo que perjudica u ofende a otros, es detenido en el progreso de sus iniciaciones. Las puertas de los Misterios son cerradas para ellos.

La tercera Ley es:

“Antes que la voz pueda hablar en presencia de los Maestros, debe haber perdido la posibilidad de herir” (esto está expresado también en el Gita Capítulo V sloka 9)

Fijémonos que no dice “no herir” sino que establece que se debe haber perdido la “posibilidad de herir”. Es como decir, cuando sea imposible dañar a nadie indebidamente mediante la palabra.

El Yoguista debe tener un gran cuidado al hablar pues a veces, por una sola palabra no meditada o mal dicha, se puede provocar trastornos irreparables.
 La palabra del Yoguista debe ser medida, amable, suave, llena de comprensión, con verdadero y puro amor.

Al Mahatma se le puede reconocer por la dulzura de su voz nacida desde el Atman, fluyente desde el corazón.
Se puede tener una voz firme, clara y fuerte y al mismo tiempo agradable. El estudiante de Yoga debe preocuparse de que su voz sea nacida desde la verdad del corazón, sobre todo cuando entona los Mantras o dice las palabras de poder.

La última ley que aparece en el librito ya referido es la ley por la cual tiene que pasar el discípulo y que a continuación dejo estampada:

“Antes de que el alma pueda erguirse en presencia de los Maestros, es necesario que los pies se hayan lavado en la sangra del corazón”.
La época más útil y al mismo tiempo más dolorosa en el estrecho camino que conduce al Santum Santuorum o Centro Divino, donde se alcanza la excelsa visión de la eternidad del propio espíritu o Atma unificado sustancialmente con el Parabrahman o Supremo, Eterno e Infinito Espíritu de Dios Cósmico.

En la obra “El Corazón del Bhagavad Gita” debida a la pluma de Su Santidad el Pandit Lingesh Mahabhagavat, aparece un prólogo de Sri Subramanya Iyer el cual fue reproducido en el libro “Una Organización Esotérica en la India”.
 En dicho prólogo Sri Subramanya, se expresa sobre las cuatro leyes citadas anteriormente en la forma que a continuación explico:

“Estas frases sin disrupciones de cuatro de las condiciones indispensables que debe tener un aspirante que pretende entrar en el Sendero que lleva a Moksha o Nirvana, es decir a la liberación y así convertirse en discípulo de uno de aquellos grandes Maestros que están siempre listos para aceptar y entrenar a todos aquellos que se han preparado para ser iniciados en los misterios de la naturaleza, de Dios y del Alma. Pues, esos sabios Maestros proclaman:

 “Aquellos que han pasado por el silencio (que marca el florecer del alma) y sintieron su paz y retuvieron su fuerza, ansían también pases por él” (Luz en el Sendero, notas a la regla 21, página 23)
Las condiciones mencionadas arriba expresadas en pocas palabras corresponden a la pureza del mirar, a la pureza de escuchar, a la pureza del hablar y a la verdadera capacidad de rendir servicio, no sólo a los Maestros ya que Ellos no tienen necesidad de tal atención personal, sino que, a todos los seres, puesto que Ellos son sus Custodios espirituales.

“Ahora en cuanto a la primera máxima, no hay nada más claro que ella en cuanto a las meras palabras; pero entendidas literalmente el aforismo llevará a conclusiones desastrosas, pues significaría recomendar la absoluta dureza de corazón, plena de falta de simpatía y compasión.
 Esta actitud de parte de un aspirante no puede sino a primera vista ser un obstáculo de su ardientemente anhelado crecimiento espiritual y no, una ayuda.
“Ser incapaz de lágrimas en cuanto a los sufrimientos de otro es el método por el cual se hoya el sendero oscuro”.

“El desarrollo del hombre que sigue este oscuro sendero es por contracción; tal condición lleva a ese terrible estado de asolación llamado Avichi; siendo esta la mayor calamidad que pueda caer sobre un Ego humano. ¿Cuál es entonces el sentido que el discípulo anheloso de hollar el Sendero Blanco o el Sendero que nos lleva al Nirvana deba darle a la frase “ser incapaz de llorar”? La explicación es que él deberá estar completamente por encima de ser conmovido aún en el más leve grado por acontecimientos adversos a sí mismo y que causarían angustia, pena y sufrimiento mental, si él fuera un hombre corriente del mundo.

“Esto no es todo, su alma debe hacerse “como el mango maduro tan suave y dulce como su pulpa de dorado brillante para las penas de otros” por un lado y por el otro tan dura “como el cuesco de esa fruta para sus propias angustias y penas”. Por supuesto este hábito de mantener bajo completo control la naturaleza emocional del hombre hacia una dirección en particular, mientras que al mismo tiempo esa naturaleza es mantenida completamente viva y aguzada, no se consigue fácilmente.

Pero aquel, que aspira a hollar el sendero hacia la más exaltada Meta, no puede sino empeñarse asiduamente por la formación de tal facultad., porque debe recordarse que su crecimiento ha de ser por la amplitud de toda su naturaleza, de sus deseos y emociones, de su conocimiento y del poder de servir.
Es cuando todas estas cualidades alcanzan su grado de perfección, que el discípulo puede tomar contacto con la Divinidad cuya Voluntad está constantemente activa en el Cosmos y convertirse en un canal consciente de Ella.
“Para hacer completo el presente estudio, falta agregar que hay una distinción muy marcada entre el interés por las aflicciones del prójimo sentido por un discípulo y aquel que procede de uno que ha alcanzado la liberación.

 En el primer caso el interés está siempre acompañado de pesar, mientras que, en el segundo, es de otro modo. El alma totalmente iluminada, bajo su Alto Nivel en la escalera evolucionaria, puede ver y comprender que lo que nosotros llamamos aflicciones, no son sino incidentes necesarios para el crecimiento espiritual de los seres dentro del esquema divino de la evolución.

 Por consiguiente, el pesar que fue ocasionado en el discípulo carente de una total comprensión de ese esquema no encuentra lugar en la mente de aquel cuya visión divina esta completamente perfeccionada.
 En este caso surge una compasión sin apegos, incitándolo siempre adelante para efectuar una cooperación inteligente siguiendo el plan de Dios por medio de esfuerzos tendientes a poner fin a la ignorancia que es la raíz de todos los errores de la humanidad aún en desarrollo”.

Antes de que estemos capacitados para recibir una iniciación ya sea, psíquica o espiritual, los Guías Sutiles nos purifican y acrecientan nuestros poderes poniéndonos en difíciles situaciones, las cuales constituyen lecciones, no pruebas, que si las resolvemos con acierto nos son premiadas con experiencias sutiles que afirman nuestra fe y nos dan mayor energía para continuar la ascensión en las prácticas de Yoga, creciendo a la vez nuestro impersonal amor por servir con eficiencia y alegría al prójimo.

 También nos otorgan iniciaciones que infunden en nuestra alma estados de paz y de inmensa gloria, imposible de describir con la palabra humana. Por eso se dice “estados de gloria” y no de felicidad o dicha, pues esos estados gozosos sobrepasan en mucho, aún a los momentos más felices que se puedan producir en esta tierra.

Estas iniciaciones son oro espiritual entregado a nuestra alma, a causa del asiduo e inquebrantable cumplimiento de los ejercicios espirituales o motivadas por servicios hechos al prójimo, siguiendo el Karma Yoga, o sea, ejecutados sin ningún apego o mira egoísta.
También nos hacemos merecedores de Iniciaciones Atmicas cuando soportamos con alegría una difícil lección que nos trae cruentos dolores físicos, morales o intelectuales; ofreciéndolos a la divinidad con alegría sin dejar de amar al Supremo Dios como a las personas o circunstancias que nos trajeron tan hondo sufrimiento.

El choque efectuado por el dolor contra la alegría o el impacto que provocamos dentro del alma al lanzarle al fuego del dolor y la pena, el agua santa de la dicha espiritual, produce la abertura Divina del corazón Átmico haciendo brillar la luz más brillante que millones de soles y de imponderable goce celestial, pleno de sabiduría y de poder.

El otorgamiento de este “oro divino” trae consigo una gran deuda que tenemos que saldar, no se nos entrega tan valiosa fortuna para que la escondamos dentro de nuestra alma, quedando así inutilizada. Si tal cosa hiciéramos, muy pronto se nos somete a las más inesperadas y doloras circunstancias a fin de hacernos salir de ese estado de egoísmo espiritual “lavando nuestras cualidades inferiores en la sangre del corazón” pero si por cada estado de gloria Atmica que obtenemos efectuamos meritorias y benéficas obras para beneficiar a la Institución que nos amparó y guio para obtener esos triunfos del alma, si somos también agradecidos a nuestros Instructores y hacemos con alegría el bien que podamos a los hermanos de la Orden Mística a la cual pertenecemos como también a cualquier persona o ser que nos presente la oportunidad de servirlo, saldamos la deuda del capital recibido.
Los servicios, los regalos, las dádivas hechas con alegría y amor, sin esperar en absoluto agradecimiento ni teniendo ninguna intención egoísta, son actos que cancelan Karmas malos y nos evitan recibir lecciones dolorosas indicadas para nuestro progreso y purificación. Estos actos constituyen “Homas” o sacrificios que no solo, como he dicho, nos quitan de encima lecciones penosas, sino que nos reportan un Karma divino que nos abre nuevos portales para atravesarlos con glorias siempre más y más excelsas.

Es el Evangelio de San Mateo, Capítulo IV, versículo 1 al 11 y en el de San Lucas, versículo 1 al 13, Jesucristo conversa con Satanás sin que el Maestro de ninguna muestra de alteración o enojo; más aún, se conserva imperturbable y sin hacer alarde de sus poderes responde: “Dicho está: NO tentaras al Señor tu Dios”.
 Estos versículos nos hacen comprender que Jesús, iniciado por Juan el Bautista no huye de las vibraciones demoníacas, sino que se mantiene completamente sereno y feliz.
También se dice que Jesús bajó a los infiernos y subió a los cielos al tercer día.
Posiblemente quiera indicarse con esto que un verdadero Iniciado puede ir a cualquier parte, ya sea baja o alta sin ser afectado malamente por ello. Más aún, podemos ver otro ejemplo bíblico sobre este mismo tema en el “Libro de Job” en el cual se relata una amistosa conversación de Satanás con el Dios Gobernador del Cielo y de la Tierra, en la que acuerdan amistosamente probar al Santo Job para ver hasta donde llegaba su rectitud;
 Capítulo 1, versículo 6 al 12 y Capítulo 2 versículo 1 al 7.
El Bhagavad Gita dice que el discípulo debe ser imperturbable como la roca que aún cuando las olas de una fuerte tempestad la azotan, el agua se rompe y se deshace permaneciendo la roca siempre inconmovible.
Jesús como en casa de Marta y María, se acerca y defiende a la mujer difamada por corrompidos fariseos y acepta a Magdalena.
Este Maestro esenio pleno de sabiduría dijo: “No ensucia al hombre lo que le llega de afuera, sino lo que sale de su interior”
El discípulo debe perder todo miedo y desechar cualquier idea de que las “vibraciones” de otros hermanos o personas puedan manchar su aura. Solo al decir que tal o cual persona tiene malas vibraciones, denota la idea de que pretende que de a él le reconozcamos sus armoniosas y puras vibraciones las cuales el prójimo puede mancillar en su pureza.
 Cualquiera puede reconocer en esta actitud un infeliz orgullo que denota inferioridad en el campo del Yoga.

 Si tan fácilmente fuera manchada o herida nuestra aura, no podríamos ir a ningún teatro, cine, andar en bus, micro o asistir a cualquier concentración de personas, como también estaríamos impedidos de caminar por las calles donde multitudes de heterogéneas personas transitan.
El discípulo que cumple con sus prácticas lentamente va formando alrededor de sí mismo una coraza protectora de Devi Prakriti, al principio son unos pocos átomos que se agrupan después son más y más átomos hasta formar un velo protector luminoso, transmisor de dicha en cualquier parte donde este el discípulo.

 Este velo sutil irradiante se hace cada día más resistente y poderoso con las meditaciones que adecuadamente observa el Chela al cumplir las disciplinas prescritas por su Instructor.
Así llega a ser un Siddha con magníficos poderes, es entonces como la flor de Loto, que permanece incólume a pesar del agua que cae sobre ella resbalando por sus pétalos, siempre queda inmaculada.
Los que se quejan de que alguien les hace mal con sus vibraciones o brujerías es debido a que aún permanecen en los peldaños mas inferiores de la escalinata del desarrollo espiritual.
 El discípulo debe tener fe en que nadie puede herirlo sutil u ocultamente puesto que es poseedor de una coraza divina y está entregado al Gurú y a los Jerarcas Divinos.

Las malas vibraciones llegan y penetran en nosotros cuando nos soltamos de los brazos de nuestros protectores, cuando dejamos de hacer nuestras invocaciones sagradas y cuando no cumplimos con las Leyes Atmicas.
Si nosotros estamos en cualquier reunión, no debemos esperar que nos reciban bien; que sean atentos, que nos agasajen con alegría.
Esto no tiene la menor importancia para un discípulo superior, Una persona que se aprecie de tal deberá él mismo irradiar a todos simpatía, alegría, amor e inaparente humildad.
 La humildad debe ser natural, sin que nadie lo note, es decir, debe ser franco, educado, sencillo; de ninguna manera tratar de sobresalir o llamar la atención sobre nuestra persona (Gita Cap. XIII, sloka 21 al 24)

Los Maestros siempre se presentan sencillos, humildes con naturalidad, a pesar de la inmensa sabiduría que tienen en sus espíritus.
El ser humano es igual a una casa con muchas puertas y ventanas; por ellas puede penetrar la luz pura del sol o el infectado polvo del camino.

Sin embargo, podemos impedir la entrada de lo indeseable o aceptar solamente lo bueno y agradable; basta con colocar en las puertas y ventanas limpios y transparentes cristales, ellos nos permiten recibir la luz del sol o enviar nuestra luz hacia afuera, pero no dejen pasar el polvo ni la suciedad.
El discípulo que ha avanzado por medio de la correcta ejecución de las prácticas de Yoga, forma a su alrededor un globo o aura con las finas partículas de Devi Prakriti atraídas por medio de sus pensamientos puros de unidad y amor impersonal.

 Esta piel de luz divina no la tienen los seres vulgares llenos de odios, envidia y egoísmo. A tales seres sí que les penetran toda clase de “microbios astrales y mentales” atraídos por sus actos impuros o las conversaciones sensuales, de guerras, crímenes, asaltos, robos, contrariedades en los partidos políticos, enfermedades y otros innumerables y fatídicos hechos con los cuales se goza la mayoría de las personas inferiores en sus nefastas habladurías.

Toda esta clase de conversaciones debe estar prohibida en los Centros que quieran atraer a los radiantes Espíritus de la Luz y recibir sus bendiciones iniciáticas que elevan nuestra sabiduría y poderes, acercándonos cada vez más al estado Sátwico y a la comunión con los Mahatmas.